jueves, 25 de octubre de 2012

La relajación y la meditación

           Cuando se comienza la práctica de relajación resulta en la mayor parte de las ocasiones una fuente de sensaciones extraordinarias, agradables, placenteras, aparece un nivel de descanso más profundo, y se instaura una sensación de tener a disposición más energía, más vitalidad. En general se tiene conciencia de que se ha tomado contacto con algo muy valioso. Sin embargo pasa el tiempo y personas que han tenido esta experiencia, que están seguros de ella, abandonan la relajación, ¿por qué?, son variados los motivos: el olvido es una característica del ser humano, la falta de preparación inicial suele ser la causa más común, la falta de compromiso ya que no hay nadie con quien trabajar ni forma de verificar los progresos, en suma se produce un estancamiento, una rutina y el olvido.
 
Con el entrenamiento en relajación podemos conseguir controlar el propio nivel de activación. En muchas ocasiones las actividades de la vida cotidiana nos superan, debemos atender a demasiadas exigencias a la vez, y nuestra capacidad de respuesta se ve rebasada por el incremento de demandas que desde el exterior se nos realiza. La continua y persistente solicitud de nuestra atención acaba logrando que la capacidad de respuesta disminuya hasta resultar inadecuada.
 
Cada persona convive bien con cierto nivel de estrés, por encima de ese límite la sensación de inseguridad, nerviosismo, angustia incluso, impiden el funcionamiento correcto de las capacidades intelectuales, emocionales y físicas, llegando a producirse un deterioro en las mismas capaz de afectar profundamente a la salud física y mental.
 
El uso regular de técnicas de relajación puede ser provechoso, sin importar que otras cosas uno haga para controlar el estrés. Escoja un lugar y un momento en que nada vaya a distraerlo y nadie vaya a molestarlo. Una vez que haya acostumbrado a su cuerpo y a su mente a relajarse, podrá alcanzar el mismo estado de tranquilidad en cualquier momento que quiera.

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